Probablemente, todo empezó con Ava Gardner y el rodaje de la película Pandora y el holandés errante, de Albert Lewin. Estamos en 1951 y en un pueblecito pesquero llamado Tossa de Mar, en la Costa Brava. Allí se rodó la película, famosa por la aparición de la bella Ava y, también, por el supuesto romance entre ella y el torero Mario Cabré. En una breve escena de la película aparece el clásico cuadro flamenco, protagonizado por María Amaya, La Pillina.
Es a partir de los años cincuenta y, sobre todo, los sesenta, que la Costa Brava pasó de ser una desconocida y paradisíaca zona de costa mediterránea a recibir masivamente a turistas, especialmente ingleses y franceses. Y con el turismo extranjero, también llegó el flamenco, cpmo era de esperar.
La mayor parte de pueblecitos de la costa tuvieron su tablao y por ellos pasaron las mejores figuras del momento: Carmen Amaya, Antonio Gades, La Chunga, José de la Vega y, como vamos a ver, también, La Chana. De entre ellos, cabe destacar el Night Club Los Almendros de Palafrugell, El Palmera de L’Escala, El Rancho de Cadaqués, los Jardines Arboleda de Palamós, Las Cuevas en Calella, Las Vegas en Sant Feliu de Guíxols, La Raqueta en Tamariu, El Bahía de Roses, El Cortijo en Pineda de Mar, el Savoy en Palamós, El Toril en Tossa y sólo en Lloret: La Masía del Pinar, El Cortijo, el Cubakan, El Lido (Jardín de verano) y, también, El Relicario, quizás del que se fabricó más merchandising para la época.
Postales publicitarias de El Relicario de Lloret de Mar
Y, aquí, mi querida Chana, con El Perlo de Triana al cante. El suelo de parquet haciendo espiga es inconfundible. Las fotografías son de Colita, de un espectáculo en octubre de 1967.
Aquí un gif a ritmo de tangos: un dos tres cua, un dos tres cua…
Historias de flamenco 